Infiernos y paraísos del primer playboy
El brasileño Heleno de Freitas fue uno de los grandes cracks de los años cuarenta. Abogado, millonario, mujeriego y proclive a los excesos, fue ídolo en el Botafogo y en Junior de Barranquilla. También tuvo un fugaz paso por Boca. Una neurosífilis lo mató a los 39 años.El sol resulta hostil en el verano del sur carioca. En la ensenada de Botafogo, sobre la Bahía de Guanabara, un hombre que parece exagerado invita a repasar la vida de un personaje al que alguna vez -cuando ya no estaba- lo compararon con Pelé. Era capaz de todo, decían. Y dicen. Al día siguiente de una noche con todos los excesos podía convertir goles para guardar en cada memoria.
HELENO FREITAS UN PLAYBOY FUTBOLISTA DE LOS AÑOS |
Mujeriego y alcohólico; abogado y políglota. Irreverente y pendenciero; mago y arquitecto de las mejores jugadas. Campeón sin títulos, Heleno de Freitas fue uno de los cracks más asombrosos de la historia. Adentro de la cancha, con ese repertorio colmado de maravillas. Y afuera, con sus propios infiernos que lo terminaron condenando pronto. Su vida, como su juego, fue puro frenesí. Aunque falleció hace poco más de 53 años, ahora, en las calles de Río de Janeiro, en esos rincones en los que se respiran fútbol y nostalgias, su nombre aparece como el de esas leyendas que atraviesan los tiempos. Son murmullos que se van haciendo mitología entre los que lo vieron jugar y los que escucharon que jugó.
Heleno no quería ser Heleno. Fue barrilete de su destino. Desde el
comienzo. El escritor Antonio Falcao retrató alguna vez el surgimiento
del futbolista con una anécdota: Prancha -un poco entrenador, un poco
filósofo sin acreditación, un poco loco- se instalaba detrás de un
mostrador de naranjas como si fuera un vendedor en la playa de
Copacabana. Su modo de captación de jóvenes promesas era novedoso: a
cada niño le lanzaba una fruta, miraba cómo la detenía y determinaba si
era estrella o estrellado. "Heleno de Freitas, mineiro de 12 años,
amortiguó la naranja en el muslo, la dejó caer en el pie, hizo
malabarismos, la levantó a la cabeza, la trajo de vuelta al pie, pasando
por un control de tacón", relata Falcao. Un crack inversosímil estaba
naciendo. Lo que siguió fue el vertiginoso recorrido de un talentoso
lastimado por sus propios abusos.
"Yo no soy jugador de fútbol,
soy jugador del Botafogo", decía, orgulloso, aunque luego el tiempo y
otras cuestiones lo llevaron de paseo por clubes diversos. Sin embargo,
siempre fue patrimonio del Fogão. Casi por naturaleza. No había
otro lugar en el que encajara mejor. Bohemio, encantador, atorrante.
Fue un determinismo: los artistas suelen volcar su simpatía por la
institución de la Estrela Solitaria. Augusto Frederico Schmidt
era poeta y fue presidente a principios de los años 40. Botafogo es el
representante carioca del carácter lúdico de este deporte, del fútbol
más allá de los vitrinas que muestran consagraciones, del equipo como
mensaje. Vinicius de Moraes lo comentó alguna vez: "En Río, la formación
de la identidad pasa también por la elección del equipo. Un poeta, fiel
a su infancia, elige a Botafogo". No podía ser de otro modo: era el
club de Heleno.
Fumaba muchísimo, tenía problemas con las
drogas, era capaz de perderse en una noche de casino cuatro sueldos
juntos. También leía mucho y frecuentaba a los intelectuales de la
época. Heleno parecía vivir varias vidas en una sola. En el fútbol,
despreciaba la tarea de los árbitros, de los entrenadores y de los
dirigentes. Todo en uno. Todo en él. Todo a velocidad supersónica.
Cuando el escritor Paulo Mendes Campos definió al Botafogo parecía estar
refiriéndose al crack: "Un niño perdido en el poético dramatismo del
fútbol". El periodista Armando Nogueira, que mucho sabía de Heleno y más
de las palabras, contó: "El fútbol, fuente de mis angustias y alegrías,
me reveló a Heleno de Freitas, la personalidad más dramática que conocí
en los estadios de este mundo". Nogueira también interpretaba que el
Príncipe Maldito había nacido para el Fogão: "Botafogo es
bastante más que un club; es una predestinación celestial". Heleno jugó
allí nueve temporadas e hizo 209 goles en 235 encuentros. Pero nunca fue
campeón, más allá de su juego estelar. Cuando se fue a Boca, el equipo
carioca terminó la temporada festejando. Algo parecido le sucedió en el
seleccionado brasileño. Se lució, generó adhesiones múltiples (las
mujeres, por ejemplo, iban a verlo exclusivamente a él), fue el máximo
anotador de la Copa América en 1945, pero no ganó ni un Sudamericano.
Su
historia parece un rompecabezas al que siempre le faltan piezas. Heleno
es inabarcable. Eduardo Galeano lo contó en un puñado de palabras:
"Tenía estampa de gitano, cara de Rodolfo Valentino y un humor de perro
rabioso. En la cancha, resplandecía". Su origen era una excepción para
los futbolistas de ese tiempo: procedía de una familia acaudalada y
distinguida. Marcos Eduardo Neves, quien escribió una biografía sobre el
futbolista, lo observa como "un jugador temperamental, guapo,
millonario y elegante". Estaba casado con la hija de un diplomático y
tenía un hijo, Luiz Eduardo. También le señalan mil romances
extramatrimoniales. Quienes abordaron en profundidad sus tropiezos
narran que, en su paso por Boca en 1948, mantenía un cercano vínculo con
varias de las grandes protagonistas de la época. Tenía debilidad por
rubias y famosas. Sucedió lo mismo en Colombia. Su profuso recorrido de
alcobas no tenía fronteras.
actor que protagoniza el papel de heleno |
En Barranquilla adoptó la condición de superhéroe. Andrés Salcedo -autor del libro El día en que el fútbol murió- lo comentó en una entrevista con el diario El Espectador: "Fue el primer gran ídolo deportivo que tuvo la ciudad. El primer futbolista al que se le perdonaron hasta los malos partidos y los excesos en su vida privada". La biografía novelada que escribió alrededor de Heleno nació de un detalle: "Llevaba mucho tiempo contándome a mí mismo esa historia, que fui enriqueciendo en mi mente a lo largo de los años. Pero la escena que dio origen a la novela siempre estuvo ahí, entre mis recuerdos de infancia: la llegada de Heleno de Freitas a mi barrio en su lujoso automóvil..." Gabriel García Márquez también lo ofreció como tema de sus columnas. Y la mítica revista Crónica lo puso en la portada de su primer número. La admiración se transformó en homenaje al partir: le dedicaron una estatua.
Rodrigo Santoro actor brasileño |
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